martes, 25 de octubre de 2011

La repartición de la riqueza y la pobreza





Me parece absolutamente dramática la situación vivida por una madre, cuya hijita de un año de edad estaba dentro del auto que fue robado por un malandrín. El miedo, la angustia, la desesperación de esa pobre mujer debe ser cosa que nadie quiere vivir. Afortunadamente el delincuente se dio cuenta que llevaba a la chicoca en el auto y lo abandonó un par de cuadras más allá. Niña intacta, madre que respira al fin. Todos poniéndonos el sitio de la mujer y alegrándonos por la pronta y alegre resolución del conflicto, que salvo varios moretones en el rostro de la madre (que cual leona se aferro como pudo a la puerta del auto para evitar el robo del auto y su niñita) no pasó a mayores.

Todos justamente indignados despotricando en contra de la fauna ladrona de nuestro país. Los tipos, que muchas veces no tiene más de 15 años, que se meten por puertas y ventanas para robarnos lo que tanto cuesta tener. La sensación de inseguridad al andar por las calles de noche, el cubrir nuestras casas con rejas y alarmas y perros guardianes y cuanta cosa te puedas imaginar para escapar del fantasma de la delincuencia.

No avalo a los ladrones. Creo que existen otros medios para subsistir. Y el daño psicológico que les hacen a quienes asaltan es casi peor que el económico... Pero casi casi los entiendo... Cuando visitan barrios como La Dehesa, Lo Curro, y miran las mansiones enormes y los dos autos más camioneta todo terreno en el garage y las dos empleadas domésticas y la piscina y la moto y la dueña de casa estirada como niña peinada por su mamá y liposuccionada y con cartera al brazo que cuesta un millón de pesos lo mismo su reloj de pulsera y su blackberry y el Ipod y las niñitas que vuelven del colegio que se paga en UF de lo caro que es y el paisajista en el pasto -horror!, digo césped- que cobrará millones por darle un aire zen al jardín y vuelve papá que gana millones a la semana y son todos tan rubios y tan felices y tienen tanto verde y espacio que el delincuente que vive en un block hacinado con la mamá y el papá y las tres hermanas todas con guaguas y el hermano que fuma pasta base y ninguno terminó el liceo y sólo hay pan y té y fideos tal vez y a veces tomates y lechuga para ensalada y el transantiago que demora un par de horas en llegar al centro en medio de apretujes y sudores y malas educaciones y en el barrio no hay árboles sólo tierra reseca y perros vagos y niñitos jugando como pueden en la calle mientras las mamás fuman pasta o toman chelas en la plaza o juegan a las maquinitas a ver si hacen las monedas para el almuerzo y las abuelitas trabajan vendiendo ropa y cachureos en la feria para alimentar sus ingentes familias ya que muchas veces el papá -abuelo- se fue con otra o le gusta el trago o simplemente trabaja de sol a sol y el sueldo mínimo no alcanza para nada como ya sabes y se ve metido en la misma cama con sus hermanos, separados por una cortina colgada del techo para darles intimidad a los otros y el chico delincuente piensa por qué ellos son felices y yo no y lo ahoga la rabia y la injusticia y se junto con los socitos para salir a colgar para tener cosas de marca y verse minos en la disco y para darle algo a la mamita para que no le falta nada nunca y para vengarse de los ricos conchesumadre que viven tan bien y él no

Es INDISPENSABLE CAMBIAR EL SISTEMA ECONÓMICO. Y si los que gobiernan no lo hacen por empatía y justicia ante sus compatriotas, que por último lo hagan para disminuir la delincuencia y sentirse ellos más seguros en sus castillos, mire que gran parte de la mentada delincuencia se origina en la ambición desmedida y en la falta de amor y compasión de la clase dirigente.

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