Llegó a mis manos un libro que esperé largo tiempo, "Papeles Inesperados" de Julio Cortázar.
La historia fue así: antes de morir, Cortázar nombró a su ex mujer (No Carol sino la previa) como albacea de sus papeles, y entonces un buen día llegó un antiguo amigo de Cortázar (Carles álvarez Garriga) a visitarla. De puro feliz ella le muestra un mueble lleno de manuscritos del difunto. El tipo salta de emoción y se pone a revisar todo, encontrando desde capítulos descartados del Libro de Manuel, Un Tal Lucas, Rayuela, y un montón de artículos y reflexiones. Obvio que sabe que hace el mejor negocio de su vida y convence a Aurora Bernández (la ex mujer y albacea) de editarlos.
Y aprovecho tener a mano el libro aquel y reproduzco un extracto del ensayo "Esencia y misión del educador", en el que habla sobre el ser culto.
Pero la cultura es eso y mucho más. El hombre –tendencias filosóficas actuales, novísimas, lo afirman a través del genio de Martin Heidegger- no es solamente un intelecto. El hombre es inteligencia, pero también sentimiento, y anhelo metafísico, y sentido religioso. El hombre es un compuesto; de la armonía de sus posibilidades surge la perfección. Por eso, ser culto significa atender al mismo tiempo a todos los valores y no meramente a los intelectuales. Ser culto es saber el sánscrito, si se quiere, pero también maravillarse ante un crepúsculo; ser culto es llenar fichas acerca de una disciplina que se cultiva con preferencia, pero también emocionarse ante una música o un cuadro, o descubrir el íntimo secreto de un verso o de un niño. Y aún no he logrado precisar qué debe entenderse por cultura; los ejemplos resultan inútiles. Quizás se comprendiera mejor mi pensamiento decantado en este concepto de la cultura: la actitud integralmente humana, sin mutilaciones, que resulta de un largo estudio y de una amplia visión de la realidad".
(...)
(Hablando sobre los profesores) "El maestro debe llegar a la cultura mediante un largo estudio. Estudio de lo exterior, y estudio de si mismo. Aristóteles y Sócrates, de ahí las dos actitudes. Uno, la visión de la realidad a través de sus múltiples ángulos; el otro, la visión de si mismo a través del cultivo de la propia personalidad. Y, esto hay que creerlo, ambas cosas no se logran por separado. Nadie se conoce a si mismo sin haber bebido la ciencia ajena en inacabables horas de lectura y estudio; y nadie conoce el alma de los semejantes sin asistir primero al deslumbramiento de descubrirse a si mismos. La cultura resulta así una actitud que nace imperceptiblemente; nadie puede despertarse una mañana y decir: “Soy culto”. Puede, si, decir: “Sé muchas cosas” y nada más. La mejor prueba de cultura suele darla aquel que habla muy poco de sí mismo; porque l cultura no es una cosa, sino que es una visión; se es culto cuando el mundo se nos ofrece con la máxima amplitud; cuando los problemas menudos dejan de tener consistencia; cuando se descubre que lo cotidiano es lo falso, y que sólo en lo más puro, lo más bello, lo más bueno, reside la esencia que el hombre busca. Cuando se comprende lo que verdaderamente quiere decir Dios".
1 comentario:
Qué feliz sorpresa este post, por tus selecciones y lo que promete el resto de escritos, definitivamente cortazar sabía de lo que hablaba cuando se referia a una buena preparacionde un profesor y , en definitiva de un culto ser humano, y ome quedo con el conocimiento de uno mismo en equilibrio con lo que nos rodea, sean libros o miradas; pinturas o atrdeceres sureños; pelis o desencuentros personales; todo va dirigido y es esa cosa innombrable que es contenida y contiene todo, algo que se parece a la idea de dios
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